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sábado, 14 de junio de 2008

REFLEXIÓN TELEVISIVA DE MONSEÑOR HECTOR AGUER

SUBSIDIARIEDAD Y FEDERALISMO


En su reflexión semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (Canal 9 y Canal María), Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, afirmó que “en la Argentina el régimen federal no funciona correctamente. Pero en realidad, si hurgamos en nuestra historia podemos advertir que se trata de un problema crónico”.

Llamó a repensar “la relación de las provincias con el poder central y proyectar sobre ella la luz que brota del principio de subsidiariedad para encaminar al país hacia una auténtica vivencia federal” pues “el Principio de subsidiariedad puede iluminar también las relaciones entre el Estado y las provincias en un régimen federal como el nuestro”.

Destacó que “la palabra subsidiariedad viene de subsidio, apoyo, ayuda” y que para la Doctrina Social de la Iglesia el Principio de Subsidiariedad tiene “una gran importancia” e “indica que en la organización social, las instituciones menores, los cuerpos intermedios por ejemplo, deben tener la independencia y la libertad suficiente como para desarrollar sus actividades propias y ofrecer el aporte que pueden brindar a la organización total”.

El prelado explicó que “este principio vale sobre todo para regular la relación del Estado con la sociedad civil y con las distintas instituciones de esa sociedad civil” y con “el principio de Subsidiariedad contrastan las formas de centralización, de burocratización, de asistencialismo, de presencia injustificada y excesiva del Estado y del aparato público, ya que interfieren indebidamente en aquello que es la responsabilidad de las organizaciones menores”.

Añadió que, en la Argentina, la falta de una vivencia federal “es un problema crónico porque ya Fray Mamerto Esquiú, que apoyó decididamente la Constitución Nacional de 1853 experimentó una frustración acerca de la efectiva vigencia del federalismo”, que exiliado voluntariamente en Bolivia, en momentos de amargura escribió un epitafio impresionante que dice: “Aquí yace la Confederación Argentina. Murió en edad temprana a manos de la traición, la mentira y del miedo. Que la tierra porteña le sea leve. Una lágrima y el silencio de la muerte le consagra un hijo suyo”.

Mons. Héctor Aguer también dijo que “esa referencia a la tierra porteña obviamente se dirige a la sociedad porteña de entonces. Es decir a la élite ideológica que impuso luego el predominio del puerto de Buenos Aires sobre el conjunto de la Nación” y que esa situación “se arrastra a lo largo de toda nuestra historia y vuelve a hacerse actual y vigente a partir del conflicto, al parecer irresoluble, del sector agropecuario con el Gobierno Nacional”.


Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:

“Mis amigos, estaba repasando algunos temas del “Compendio de Doctrina Social de la Iglesia”, que es un manual extraordinario para actualizar cualquiera de los puntos fundamentales de esta enseñanza y me detuve en el principio de subsidiariedad, al que otorga una gran importancia”.

“Este principio indica que en la organización social, las instituciones menores, los cuerpos intermedios por ejemplo, deben tener la independencia y la libertad suficiente como para desarrollar sus actividades propias y ofrecer el aporte que pueden brindar a la organización total”.

“Por tanto no deben ser invadidas, absorbidas o destruidas por las instancias, instituciones o agrupaciones superiores. Este principio vale sobre todo para regular la relación del Estado con la sociedad civil y con las distintas instituciones de esa sociedad civil”.

“El Compendio de Doctrina Social de la Iglesia” dice precisamente que con el principio de Subsidiariedad contrastan las formas de centralización, de burocratización, de asistencialismo, de presencia injustificada y excesiva del Estado y del aparato público, ya que interfieren indebidamente en aquello que es la responsabilidad de las organizaciones menores”.

“La palabra subsidiariedad viene de subsidio, apoyo, ayuda. Por eso es cierto que también el principio de subsidiariedad tiene otra dirección, a saber: que el Estado debe intervenir en ayuda cuando esas otras instituciones no pueden cumplir con sus propios fines. Pero, aún en estos casos, la intervención del Estado debe ser muy limitada y no debe prolongarse de un modo indefinido. A propósito el Compendio afirma que a la luz del principio de subsidiariedad esta suplencia institucional no debe extenderse más allá de lo necesario, dado que encuentra justificación sólo en lo excepcional de la situación”.

“Se debe evitar que esta situación excepcional se convierta en una estructura permanente porque entonces se va asfixiando la espontaneidad, la libertad, la capacidad de iniciativa, que es propia de la subjetividad de la sociedad y que corresponde al protagonismo de las personas e instituciones”.

“Mi me parece que el Principio de subsidiariedad puede iluminar también las relaciones entre el Estado y las provincias en un régimen federal como el nuestro”.

“Últimamente advertimos que en la Argentina el régimen federal no funciona correctamente. Pero en realidad, si hurgamos en nuestra historia podemos advertir que se trata de un problema crónico”.


“Y digo que es un problema crónico porque ya Fray Mamerto Esquiú, que apoyó decididamente la Constitución Nacional de 1853, en la que se consagra nuestro régimen republicano, representativo y federal, experimentó una frustración acerca de la efectiva vigencia del federalismo”.

“Esquiú era un hombre del país interior, ya entonces postergado y empobrecido; puso una gran confianza en Urquiza, pensando que iba a promover un genuino federalismo y quedó decepcionado por la derrota o, más bien, la deserción de Urquiza”.

“Tal es así que Fray Esquiú se exilió voluntariamente en Bolivia y en esos momentos de amargura escribió un epitafio impresionante. Dice: “Aquí yace la Confederación Argentina. Murió en edad temprana a manos de la traición, la mentira y del miedo. Que la tierra porteña le sea leve. Una lágrima y el silencio de la muerte le consagra un hijo suyo”.

“Esa referencia a la tierra porteña obviamente se dirige a la sociedad porteña de entonces. Es decir a la élite ideológica que impuso luego el predominio del puerto de Buenos Aires sobre el conjunto de la Nación”.

“Esa situación, sobre la cual se puede discutir mucho y sobre la cual pueden darse visiones diversas y contrastantes, de algún modo es la que se arrastra a lo largo de toda nuestra historia y vuelve a hacerse actual y vigente a partir del conflicto, al parecer irresoluble, del sector agropecuario con el Gobierno Nacional”.

“Habría que pensar nuevamente la relación de las provincias con el poder central y proyectar sobre ella la luz que brota del principio de subsidiariedad para encaminar al país hacia una auténtica vivencia federal”.

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