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sábado, 7 de junio de 2008

DIOS BENDIGA A LOS MIGRANTES - Mamerto Menapace

Como cada sábado, desde hace cuatro años, el Padre Mamerto Menapace, desde el Monasterio Benedictino de Los Toldos, cerró el programa “Claves para un Mundo Mejor” con uno de sus cuentos reflexivos. En este día se refirió a la realidad de los migrantes y observó como se invirtió el fenómeno en nuestro país pidiendo a Dios que “bendiga a nuestros migantes”. La siguiente es su alocución completa en este sábado:

“Mañana recordamos el día del migrante. La migración es una realidad que muchos de nosotros llevamos en el recuerdo. Muchos de ustedes, como me pasa a mí, escuchamos los relatos de los abuelos que dejaron su tierra, su patria, todo lo suyo, hasta su lengua, y se vinieron”.

“La realidad del migrante es la de quien deja un lugar y algunas veces lo hace porque ya le es imposible vivir en ese lugar. Por ejemplo una guerra que lo ha espantado, una persecución u otro tipo de razones pero creo que, en general, detrás de muchos migrantes pasa lo que le paso al Patriarca Abraham y cuyo relato está en el comienzo de la Biblia”.

“En el Libro del Génesis, por el capitulo 12 mas o menos, aparece un personaje que se llamaba Abraham que tenía dos grandes deseos que lo empujaban de tierra adentro y memoria afuera. Llegar a ser padre de una familia y poder tener una tierra propia para esa familia eran los dos deseos profundos. Y son, creo, dos deseos primordiales de todos”.

“Un día se le aparece Dios al Patriarca Abraham y le dice: ”Abraham, si realmente querés entrar en un proyecto en el que vas a poseer una tierra y vas a tener una familia, yo empiezo por pedirte una cosa. Dejá todo. Dejá tu tierra, tu familia y sígueme. Yo te prometo hacerte padre de todo un pueblo y regalarte todo un país en propiedad”.

“Abraham creyó a Dios, creyó en esa esperanza y se largo a caminar. Y caminó, caminó. Años y años sin que se cumpliera la promesa, porque nunca tuvo tierra propia y nunca fue padre de un pueblo. Al final de todo, ya cuando era muy viejo tuvo un niño al que llamó Isaac, y un sepulcro para su mujer que había muerto. Así, al final de toda su vida, lo único que tuvo en propiedad fue un sepulcro y un hijo pero, sin embargo, la historia mostró que este hombre recibió el cumplimiento de esa promesa que Dios le había hecho y hoy lo recordamos a Abraham como padre de todos los creyentes”.

“Mis amigos fíjense: los judíos, los cristianos y los musulmanes lo reconocen como padre y estos pueblos reconocen que la tierra fue un don que Dios les otorgó....Muchas veces pienso que detrás de la esperanza de tantos migrantes, muchas veces ellos mueren sin ver cumplida en ellos la esperanza, pero que esa esperanza después se realiza en sus hijos”.

“Recuerdo una frase que mi papá solía decir que repetía mi abuelo y que decía que ”nosotros vinimos a esta tierra a morir y ustedes -refiriéndose a sus hijos- van a trabajar. Recién los nietos -nosotros- se van a sentir hijos de esta tierra”. Y, de repente, un poco de eso fue cierto”.

“Yo creo que detrás de todo migrante hay una gran esperanza que, quizás, nunca se va a cumplir del todo en sí mismo pero esa esperanza de que se cumpla un día en los suyos es lo que lo anima a hacer camino, dejar lo propio y dirigirse a algún punto. Para todos los que tienen que migrar, a veces, contra su voluntad y otras veces -como pasa hoy con muchos de nuestros hermanos argentinos- detrás de una esperanza, les deseo que Dios los bendiga y los proteja”.

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