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domingo, 3 de agosto de 2008

MONS. AGUER y los 5 Principios de la Doctrina Social para nuestra sociedad

REFLEXIÓN DE MONS. HECTOR AGUER

LOS 5 PRINCIPIOS DE LA DOCTRINA SOCIAL

En su reflexión semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (Canal 9/Canal María-EWTN), Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, recordó que la Doctrina Social de la Iglesiaforma parte de la cosmovisión cristiana”, se basa en cinco principios fundamentales que “apuntan a otras tantas realidades sociales” y “atender a esos principios supone también recibir la inspiración como para ordenar correctamente esas realidades”.

El prelado señaló que los 5 principios son: el del bien común, el del destino universal de los bienes de la tierra, el de subsidiariedad, el de participación y el de solidaridad.

Además de explicar cada uno de ellos indicó que “es fácil advertir que de estos cinco principios pueden deducirse orientaciones prácticas más concretas y cómo estos principios pueden iluminar situaciones difíciles para encontrar las soluciones adecuadas”.

Monseñor Héctor Aguer también manifestó que “la aplicación posible de estos principios tiene que ver con una cierta circunspección, es decir con una observación prudente y cuidadosa de los antecedentes de esos problemas, de la tradición de la cual somos herederos y de las posibilidades efectivas de solución.”

Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:



“En varias oportunidades hemos hablado desde esta columna sobre la Doctrina Social de la Iglesia y hoy quisiera recordar que ella forma parte de la cosmovisión cristiana. Es decir, de la visión cristiana del mundo, y por tanto está en íntima relación con la fe y con lo que la Iglesia a lo largo de los siglos ha ido pensando acerca de qué es el hombre, la familia, la sociedad en sus distintas estructuras”.

“Hay cinco principios fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia. Si miramos esos cinco principios veremos cómo ellos apuntan a otras tantas realidades sociales. Atender a esos principios supone también recibir la inspiración como para ordenar correctamente esas realidades”.

El primero es el principio del bien común y podríamos decir que es el principio fundamental. Significa que toda la vida social y la vida de la comunidad política tienen que dirigirse a lograr que se establezcan las condiciones, en una comunidad determinada, que permitan a todas las personas y a las instituciones intermedias, cumplir plenamente sus objetivos, realizarse en plenitud”.

“Podemos decir que, sobre todo, la política debe estar al servicio del bien común y no al servicio de un bien sectorial o de intereses innombrables de las personas que intervienen en un determinado momento. La búsqueda del poder y el ejercicio del poder tienen que ver con este principio fundamental; todo tiene que estar orientado a procurar el bien común”.

El segundo principio es el del destino universal de los bienes de la tierra. Es un principio que tiene que articularse con el derecho natural de la propiedad privada. Este principio de la destinación universal de los bienes muestra que el derecho natural de la propiedad, aún de los medios de producción, no puede ser absoluto. De allí que en consonancia con estos dos principios la Iglesia ha intentado favorecer siempre la difusión de la propiedad”.

“Ya León XIII en la encíclica Rerum Novarum sostenía que los obreros debían poder, a través de un salario justo, acceder a la condición de propietarios”.

El tercer principio es el de subsidiariedad, que indica a la constitución de una cierta organicidad en la sociedad civil. Es decir, que la sociedad no es un todo indiferenciado, ni una mezcla o amuchamiento de individuos y de instituciones, sino que tiene que configurarse como un orden orgánico”.

“El principio de subsidiariedad supone que las instituciones superiores, y aún el superior gobierno, no tienen que inmiscuirse en aquellas cosas que las personas y las instituciones menores, pueden realizar por su cuenta”.

“Por ejemplo, desde otra perspectiva de nuestro régimen republicano y federal, el principio de subsidiariedad tendría que inspirar una vivencia correcta de nuestra organización federal”.

“El cuarto principio es el de participación. Se refiere a la participación de todos los sujetos en la vida social. Es una participación que hay que fomentar, hay que favorecer, y no cohibir. Precisamente, en nuestro carácter de republica representativa, el principio de participación, que es un derecho y un deber tiene que iluminar el ejercicio de la función representativa”.

“Todos reconocemos que, en nuestros días, no funciona del todo correctamente esta representación. Tantas situaciones sociales crispadas tienen mucho que ver con esto: el pueblo no se siente representado efectivamente por sus representantes, por aquellos a los que, sin embargo, debe elegir”.

“Y el quinto principio es el de solidaridad. No hay que confundir la solidaridad con un gesto aislado ante una grave emergencia”.

“Juan Pablo II insistía en que la solidaridad supone que todos somos responsables de todos en una comunidad, y que es muy difícil que el bien común pueda plasmarse efectivamente y una comunidad pueda vivir en auténtica paz, si no hay efectiva solidaridad entre todos sus miembros, más allá de las divisiones ideológicas y de los conflictos de intereses”.

“Es fácil advertir que de estos cinco principios pueden deducirse orientaciones prácticas más concretas y cómo estos principios pueden iluminar situaciones difíciles para encontrar las soluciones adecuadas. La aplicación posible de estos principios tiene que ver con una cierta circunspección, es decir con una observación prudente y cuidadosa de los antecedentes de esos problemas, de la tradición de la cual somos herederos y de las posibilidades efectivas de solución.”

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