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domingo, 17 de agosto de 2008

MONS. AGUER la relación del CRISTIANO con la Virgen ante supuestas apariciones

REFLEXIÓN DE MONS. HECTOR AGUER

RELACIONARNOS con LA VIRGEN desde lo COTIDIANO Y NO POR SIGNOS EXTRAORDINARIOS o SUPUESTAS APARICIONES Y MENSAJES

Con motivo de la celebración de la Fiesta de la Asunción de la Virgen María, este 15 de agosto, en su reflexión semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (Canal 9), Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, indicó que la intervención de la Santísima Virgen no tiene nada de extraordinario. Ella se introduce en lo ordinario de la vida de la Iglesia y de cada cristiano”.

Explicó que esta “esta verdad es un dogma de nuestra fe” pues “presenta a la Virgen en su realización total” y comentó que el poeta Paul Clodell decía que “María, llevada al cielo, es la criatura en su honor primero y en su desarrollo final. Es, desde la gloria de Cristo, desde donde, la Santísima Virgen, ejerce su función maternal sobre los cristianos y sobre todos los hombres, ejerce su intercesión celestial”.

El prelado platense señaló que le parecía oportuno hacer “esta reserva, esta cautela, porque hoy día existe un ansia excesiva por lo maravilloso. Todo el mundo quiere ver signos visibles, sensibles y perceptibles de lo sobrenatural y, a lo mejor, descuida aquello que es esencialmente sobrenatural que es la vida de la gracia de Dios”.

Monseñor Héctor Aguer destacó que “es verdad que los milagros son signos extraordinarios del poder divino” también “es una realidad mucho más importante, más decisiva divina la obra que Dios hace a través de los medios ordinarios como la predicación o los sacramentos de la Iglesia y a través de esa intervención ordinaria de la Virgen en la vida de los fieles convirtiendo las almas y haciendo que todos aspiremos a la santidad”.

“Digo esto porque en los últimos años han recrudecido estos presuntos mensajes y apariciones y creo que no hay que hacer tanto caso de eso. El modo ordinario de relacionarnos con Dios es la fe y con la Santísima Virgen es también la fe. Es en el seno de la fe del creyente donde Dios obra por mediación de María”, dijo.

Puso como ejemplo un supuesto de que pasaría “si en Luján, la Ciudad Mariana por excelencia de la Argentina” apareciera una persona “que dice que tiene visiones de la Santísima Virgen y que le envía mensajes y todo el mundo comienza a enfilar hacia la casa de esa persona en vez de ir a la Basílica de Luján”.

“Dios no obra de esa manera. Tenemos que acostumbrarnos a percibir con fe los signos de la presencia de Dios y de la intervención de María en la trama ordinaria de nuestra vida y de la vida de la Iglesia. Esto es lo propio del cristiano. Que se conduce siempre por medio de la fe y que acepta, como lo que corresponde a esta vida peregrina, el claroscuro de la fe”, enseñó.

“Nosotros reconocemos con una carga enorme de alegría, de gratitud y de amor que podemos contar con María. La reconocemos en su Asunción como Reina de Cielos y Tierra pero, como decía Santa Teresita del Niño Jesús la Virgen, María tiene más de Madre que de Reina”.

Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:


“El 15 de Agosto es una de las fechas marianas más antiguas: se celebra, en ese día, la Asunción corporal de la Santísima Virgen María al Cielo, a la gloria de Dios”.

“Esta verdad es un dogma de nuestra fe. Es, además, la que nos presenta a la Virgen en su realización total. Un gran poeta, Paul Clodell, decía que María, llevada al cielo, es la criatura en su honor primero y en su desarrollo final. Es, desde la gloria de Cristo, desde donde, la Santísima Virgen, ejerce su función maternal sobre los cristianos y sobre todos los hombres, ejerce su intercesión celestial”.

“Nosotros reconocemos con una carga enorme de alegría, de gratitud y de amor que podemos contar con Ella. La reconocemos en su Asunción como ..

//.. Reina de Cielos y Tierra pero, como decía Santa Teresita del Niño Jesús la Virgen, María tiene más de Madre que de Reina”.

“Ella ejerce una función y un influjo sobre la Iglesia toda porque es Madre de la Iglesia y sobre cada uno de nosotros pues todos sabemos que podemos recurrir a Ella con confianza. Que lejos de ser un atajo que nos complique la llegada a la meta al contrario Ella es el camino más directo para ir a Cristo, para encontrarnos con Él”.

“Pero me gustaría insistir en esto de que la intervención de la Santísima Virgen no tiene nada de extraordinario. Ella se introduce en lo ordinario de la vida de la Iglesia y de cada cristiano”.

“Hago esta reserva, esta cautela, porque hoy día existe –como en otras épocas de la Historia se ha verificado- un ansia excesiva por lo maravilloso”.

“Todo el mundo quiere ver signos visibles, sensibles y perceptibles de lo sobrenatural y, a lo mejor, descuida aquello que es esencialmente sobrenatural que es la vida de la gracia de Dios”.

“Es verdad que los milagros son signos extraordinarios del poder divino pero es una realidad mucho más importante, más decisiva divina la obra que Dios hace a través de los medios ordinarios como la predicación o los sacramentos de la Iglesia y a través de esa intervención ordinaria de la Santísima Virgen en la vida de los fieles convirtiendo las almas y haciendo que todos aspiremos a la santidad”.

“Digo esto porque en los últimos años han recrudecido estos presuntos mensajes y apariciones y creo que no hay que hacer tanto caso de eso. El modo ordinario de relacionarnos con Dios es la fe y con la Santísima Virgen es también la fe. Es en el seno de la fe del creyente donde Dios obra por mediación de María”.

“Fíjense ustedes: no seria un disparate, no sería algo extraño y contrario al proceder de la Providencia de Dios que, por ejemplo, en Luján, la Ciudad Mariana por excelencia de la Argentina porque allí está el gran Santuario y la Basílica Nacional, apareciera ahora una persona o una señora o una niña o un anciano que dice que tiene visiones de la Santísima Virgen y que le envía mensajes y todo el mundo comienza a enfilar hacia la casa de esa persona en vez de ir a la Basílica de Luján”.

“Dios no obra de esa manera. Tenemos que acostumbrarnos a percibir con fe los signos de la presencia de Dios y de la intervención de María en la trama ordinaria de nuestra vida y de la vida de la Iglesia. Esto es lo propio del cristiano. Que se conduce siempre por medio de la fe y que acepta, como lo que corresponde a esta vida peregrina, el claroscuro de la fe”.

“Ya llegará el día en que, con la gracia de Dios, llegaremos allí donde María reina para siempre en la gloria y entonces sí, veremos cara a cara, conoceremos como somos conocidos, habrá pasado la necesidad de tantos apoyos, a los cuales recurrimos ahora quizás con excesiva frecuencia. Entretanto es a través de la fe como nos vamos encaminando hacia esa meta donde la Virgen, llevada al cielo, nos espera. Hasta la semana próxima”.


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